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martes, 19 de enero de 2010

Manuela Diez y Jiménez


Madre de Juan Pablo Duarte, mujer de gran valor que jugo un importante papel político en los sucesos que condujeron a la proclamación de la República en 1844.

Nació en el Seybo el 26 de junio de 1786 y habiendose casado con Juan José Duarte emigro a Puerto Rico en 1801 a causa de la invasión de Toussaint Louverture.

Alimentó y apoyó la formación intelectual de sus hijos e hijas, así como las ideas que originaron el nacimiento de la sociedad secreta la Trinitaria. Padeció con entereza la persecución y el ayanamiento en su hogar, mientras su hijo permanecía oculto durante el proceso de conspiración que le expulsara del país.

Ya en 1843, debió asumir la jefatura de su hogar en conflicto por la persecución del Gobierno Haitiano, al quedar viuda en noviembre de ese año; para ese entonces Juan Pablo Duarte se encontraba en el exilio extranjero. A solicitud de este, decidió poner al servicio de la causa patriótica de los bienes familiares recién heredados del padre, lo que demuestra la firmeza de los ideales patrióticos y entrega a la causa.

El momento más jubiloso de Manuela Diez fue fue cuando ya independizada la patria, recibió en casa a Juan Pablo Duarte de regreso del exilio. En aquella ocasión aceptó el reclamo de Sánchez de que, no obstante el luto reciente, abrieran las puertas de la casa, repleta de gente, y se colocara una bandera en la ventana.

Manuela Diez vio su familia y cotidianidad permanente afectada por la actividades políticas que al seno de ella se desarrollaban, no como una simple madre que accede a ser solidaria con sus hijos e hijas, sino como actividad militante de los ideales que había contribuido a sembrar en el seno del grupo Trinitario.

Murió en el exilio en Caracas, Venezuela, el 31 de diciembre de 1858.


domingo, 17 de enero de 2010

Terremoto 1842 destruyó Cabo Haitiano, Santiago y La Vega





El más funesto. El sismo que sacudió isla La Hispaniola el 7 de mayo de 1842 es considerado el más funesto. Arrasó también las ciudades de Port-De Paix, el Mole, Fort Liberté y se sintió en Puerto Príncipe, Santo Domingo y Puerto Plata
“A eso de las cinco y 25 minutos de la tarde se oyó un ruido espantoso que se asemejaba a un trueno sordo, al que siguió un terremoto fuertísimo que principió por algunas oscilaciones tenues, luego por pequeñas palpitaciones y en seguida por violentas y redobladas ondulaciones, semejantes a las enfurecidas olas del mar cuando está agitado, embravecido. Su duración se calcula de 80 a 90 segundos, más o menos”.
Así describe el capitán J. R. Márquez el terrible cataclismo del 7 de mayo de 1842 que sacudió la isla de Santo Domingo y que ha sido considerado “uno de los más funestos”. Destruyó más de la mitad de la población existente en Cabo Haitiano, arrasando sus casas, edificios, palacios y templos más representativos.
“De las ciudades del Cabo, Port-De Paix, el Mole, Fort Liberté y Santiago de los Caballeros no quedó piedra sobre piedra. Los pocos edificios de mampostería de La Vega y de Gonaives se vinieron al suelo. En Puerto Príncipe, Puerto Plata y Saint Marc hubo algunos derrumbamientos de casas”, escribió Carlos Nouel.
Entre los muchos cronistas que refieren el hecho, el del religioso es uno de los más pormenorizados. Narra los efectos del desastre en Haití y en esta parte del territorio que aún “yacía a oscuras bajo la nube haitiana”, al decir de Emilio Rodríguez Demorizi.
Márquez dedicó un folleto para relatar esta experiencia que vivió. Lo publicó el 30 de mayo de 1842. Pero además de ellos y de Rodríguez Demorizi, la tremenda catástrofe fue reseñada por Dante Bellegarde en “La Nación Haitiana”, José Gabriel García, E. Hathurst, autor de “La Hispaniola-Haití-Santo Domingo”, Félix María Pérez Sánchez, Tomás Bobadilla, Remigio del Castillo, Manuel Joaquín y Félix María Delmonte, José María Serra, Alejandro Llenas, Rafael C. Castellanos y otros. Numerosos poetas lo describieron en coplas y versos. Juan José Illas, venezolano que residió en Santo Domingo, compuso una histórica “Elegía”.
“En Port-De Paix el mar se retiró a gran distancia de la orilla y volviendo luego con terrible oleaje entró a la población. Sus aguas subieron a más de 615 pies de altura y envolvieron en sombras de muerte a los que huyendo de la caída de los edificios se habían refugiado en la playa”, consignó Nouel.
Agregó que “en Montecristi y Fort Liberté las aguas del mar se unieron a los ríos Yaque y Masacre, devastando las comarcas circunvecinas, y con tal violencia inundaron la tierra que el Cabo Manzanillo o Punta Icaco quedó sumergido en las profundidades del océano”.
Como otros, Nouel apunta creencias religiosas, vaticinios y supuestos milagros relacionados con el temblor, describe la actitud del pueblo que huyó a buscar refugio en los barrios de San Miguel, San Francisco, San Antón, San Lázaro, San Carlos y en el Matadero, “cuyas construcciones, por ser de madera, no ofrecían peligro alguno”.
Cuenta de las procesiones de rogaciones y las misas que a diario repetía el padre Portes acompañado del clero y la feligresía de la Capital, la revelación que la Virgen presuntamente hizo a Ana María Galbes, paralítica que tras ocho años de invalidez se recuperó y anunció el hecho el día anterior pidiendo misericordia y penitencia “porque venía un castigo muy grande”, y a sor Escolástica, de Santa Clara, a quien también la Madre de Jesús anunció con antelación la tragedia que ella confesó tal ocurrió a Portes.
Aunque se afirma que en Santiago, donde Alejandro Llenas escribió que perecieron 100 personas y otros aseguran que 200, hubo saqueos que atribuyen a que el presbítero Domingo Antonio Solano abandonó el sitio porque iba a hundirse y el que no lo siguiera sería víctima de su temeridad, en la Capital, según Nouel, ocurrió lo contrario. “La ciudad quedó casi abandonada y desierta, pero a pesar de eso reinó el orden. La propiedad se respetó”. Como José Gabriel García, Nouel también registró las repeticiones del temblor que se prolongaron, según algunos, por 13 días, y “las exhalaciones sulfurosas que infestaban el aire y dificultaban la respiración”.
En Haití. Márquez conmueve al dibujar el cuadro de “exclamaciones, llantos, confusión y lágrimas de niños, hombres y mujeres atropellados y llenos de pavor que arrodillados imploraban misericordia y clemencia del Señor. El terror se apoderó de los corazones”.
Bellegarde manifiesta que de Cabo Haitiano, “cuyas casas eran todas de mampostería, no quedó más que un montón de escombros bajo los cuales fueron sepultadas cerca de 10 mil personas”. E. Hathurst comunica que una fuerte sequía asolaba los valles y secó las corrientes de agua y agrega que el 7 de mayo de 1842, “después de una tarde serena pero bochornosa y pesada, toda la isla empezó a temblar y a balancearse como un ebrio. Hasta las montañas enhiestas se sacudían y temblaban como simples cristianos asustados”.
“Pero fue en Cabo Haitiano, la antigua capital del Santo Domingo francés, donde el terremoto produjo los efectos más desastrosos. Era sábado y la ciudad estaba llena de gente que había venido a comprar y vender en el mercado”. Añade que en el instante mismo en que se sintieron las enormes y terribles sacudidas las casas empezaron a temblar y desplomarse sobre las cabezas de sus 12 mil habitantes de los que más de la mitad quedaron sepultados bajo las ruinas. “Durante 40 minutos hubo un ruido continuo, ensordecedor, aterrador, producido por las casas al desplomarse. Todos los edificios, fuesen grandes o pequeños, fueron derribados. Ni siquiera una pared quedó en pie. El cielo se tornó súbitamente oscuro y numerosas nubes de polvo cegador, que se levantaban al través del aire caliente, aumentaron los horrores del cuadro. Es más fácil imaginarse que describir los gritos y lamentos y la lucha y el forcejeo...”.
A Cabo Haitiano, antes llamada la “Metrópoli de las Antillas” por ser “depósito de productos agrícolas y de artículos manufacturados que se importaban”, también le decían “Le Petite París”, “por el orden y simetría de sus calles, la hermosura de sus casas, la grandeza de sus edificios y el lujo de sus habitantes”.
Otra población haitiana, Sans Soucí, fue sacudida. Allí tenía el rey Cristóbal su residencia y “un magnífico Palacio”. El siniestro también redujo a polvo la Catedral.
La solidaridad internacional no se manifestó ante la tragedia, según Dantes Bellegarde, que hace suya la especie de un pastor apellido Bird residente en Haití desde hacía dos años. “Los haitianos también lo resistieron pero guardaron el más noble silencio. Es un honor para Haití el haber podido siempre atender sus propias necesidades. Esto forma parte de las razones de su justo orgullo, aunque a veces lo haya llevado al extremo. Jamás solicitó ayuda a nadie...”, expresaría Bird. Emilio Rodríguez publicó casi todos los versos sobre la tragedia. Reprodujo a Illas, Delmonte y otros, y esta copla “que el pueblo repetía con íntimo pavor”: “El día 7 de mayo / del año cuarentidós / pedíamos de rodillas: / Misericordia, Señor”.´

lunes, 4 de enero de 2010

Luisito Marti

Nació el Santo Domingo, el 1 de febrero de 1945, en el hospital Padre Billini, hijo de Concepción Hernández y Juan Marte de Guerra.


Por anécdota de la vida don Juan fue a la Oficialía Civil a registrar al niño como Luis Bernardo Marte Hernández, pero los dioses tenían otro plan. Juan mostró su cédula con su apellido Marte, pero el oficial del Estado Civil escribió Martí, y quien debía ser Luis Marte es Luisito Martí. Los dioses le cambiaron el nombre.


En casa empezó la formación artística de Luisito. Juan era chófer de Salud Pública, pero se deleitaba tocando conga por “puro amor al arte”. Luisito creció con la conga como música de fondo En la escuela Socorro Sánchez, de Villa Duarte, Luisito tenía serios problemas cuando sonaba la banda de música.

Abandonaba las clases y salía del aula como un sonámbulo hasta llegar a los ensayos. Por eso el director de la banda, Cuzo Cuevas, le prestó una corneta para que practicara en su casa.


Por cosa de la vida Nunca fue a ninguna escuela de artes. Luisito expandió sus alas y voló bajo el firmamento artístico dominicano, desde donde distribuyó muchísimos ritmos y carcajadas.


Desde “La muerte de Martín”, una inspiración suya, punta de lanza en la discografía de Luisito Martí junto a El Combo Show de Johnny Ventura 1964, se sospechaba que en este músico nacido en Santo Domingo se escondía un artista en ciernes que con el paso de los años dejaría un legado envidiable y difícil de repetir.

Con este merengue Martí daba riendas sueltas a un histrionismo que años más tarde lo catapultaría como el humorista dominicano con más caracterizaciones de pegada en el gusto de la gente. Tras su paso por la agrupación de Ventura, Luisito y Anthony Ríos, también cantante de El Combo Show, decidieron volar con alas propias y dieron nacimiento a lo que llamaron El Sonido Original, donde , con merengues como “Gato entre macuto” y “El mudo”, Martí continuó por el camino del humor musicalizado. Siguió por esas línea con éxitos como Qué pasa Papo, Te digo ahorita, Ñato, A mi hijo no me le den, Depende de la bolita y Mamá es la que sabe.


La suerte estaba echada y con el fin de El Sonido Original Martí ingresó al cuadro de comedias de El Show del Mediodía en 1983 pasó a formar parte del cuadro de comedias del Show del medio día junto a Freddy Beras, Boruga, Pololo y Cuquín, Milton Peláez, Cecilia García y Anthony Ríos, donde luego alcanzó el cargo de director de comedias. Luego, junto a Anthony Ríos, probaría como productor de televisión con “El Show de Luisito y Anthony”, por Color Visión.

Le seguirían espacios como “De Remate” y “El Show de Luisito Martí”, que todavía hoy se transmite por Telesistema, Canal 11.

A partir de entonces de su ingenio nacieron personajes que se fueron adueñando del corazón de todos. Casimiro Valdez, Belarminio, Cabrera Moquete, EL chino bichán, Leo, Don Efraín, El Cubano, Lamparita, Filomeno, Leyito, Balbuena, con éste último el productor de televisión se convirtió también en un referente obligado entre los humoristas que saltaron de la pantalla chica a la grande.

NUEBA YOL (1995), Cuyo personaje fue Balbuena y producida por Ángel Muñiz, Esta crónica dramática de un inmigrante de lucha para hacer una nueva vida en Nueva York fue un éxito en su país de origen, la República Dominicana. Amable, de gran corazón Balbuena, duelo por el reciente fallecimiento de su esposa muy amada, decide que necesita un cambio y así escucha la tarta emocionante-en-el-cielo hablar de su compañero de Fellito que sugieren que Balbuena salir de la isla y avanzar a Nueba Yol (República Dominicana argot para la Gran Manzana). El viudo sube y se queda con la familia de su primo. En lugar de encontrar una vida mejor que él se encuentra rodeado de gris, sin importarle el bullicio y la suciedad de la sociedad. La perspectiva de dinero fácil Fellito deliró alrededor es inexistente para un extranjero ilegal como él mismo. En su lugar, se encuentra sólo a los más humildes, más empleos bien remunerados a su disposición. Balbuena, finalmente conoce a una mujer agradable, pero, irónicamente, tiene previsto regresar a la República Dominicana.
Cartel los locos también Piensan por Caricaturascristian.

Y fue premiado en todas esas categorías. Con el Combo Show de Johnny Ventura ganó tres Discos de Oro (La Muerte de Martín, Te Digo Ahorita, y ¿Qué Pasa Papo?) Entre 1978 y 1983 dirigiendo su orquesta, El Sonido Original, pegó éxitos como El mudo, óato, A mi hijo no me le den, Te dijeron que bebieras así, Gato entre macauto y Depende de la bolita, entre otros.


Ganó premios Casandra, un Soberano, fue comediante del año, mejor show de nightclub, mejor show de humor en TV (Luisito y Anthony), por el show de Luisito Martí; también ganó varios premios ACE en Nueva York.


En Marzo de 2007 Martí fue sometido a un cateterismo para desbloquear una arteria obstruida, en la clínica Corazones Unidos. En el 2008 fue internado en el Memorial Sloan–Kettering Cancer Center en Nueva York por un cáncer de estómago. El pasado diciembre fue trasladado a la ciudad de Tijuana, en México, para ser sometido a un tratamiento de células madres. El 24 de diciembre fue ingresado en el Centro de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT).


Falleció El 3 de enero del 2010, a los 64 años en el Centro de Diagnostico y Telemedicina Avanzada (Cedimat) el popular cantante, humorista, productor y actor de televisión y cine Luisito Martí.

Su deceso, a causa de un cáncer estomacal, se produjo a las 7:40 minutos, y sus restos fueron expuestos a partir de las 9:00 de esa mañana del 4 enero, en la Sala E de la Funeraria Blandino, de la avenida Abraham Lincoln, en esta capital.

Le sobreviven su esposa, doña Milagros, sus hijos Robert Luis, Omar Bolívar, Luis Bernardo, Lusby y Michel, así como sus nietos.