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sábado, 21 de noviembre de 2009

Caídos del 1J4

28 de noviembre 1963, Mientras defendía la Carta Magna de la nación, cayó el Héroe Nacional Manolo Tavárez Justo, personaje inextinguible de la historia

Evaluar los acontec imientos históricos será siempre una asignatura pendiente marcada por la necesidad de su cabal compresión a partir de su escenario, época y protagonistas.

En septiembre de 1963, a República Dominicana la sacudió un golpe de Estado que destrozaba las aspiraciones por la democracia de un pueblo que a duras penas salía del terror trujillista padecido durante 31 años.

El derrocado Juan Bosch había plasmado la Constituyente como un punto de partida hacia la Constitución que abrió carriles para el tránsito hacia la democracia pretendida.

En un testimonio sobre los acontecimientos y sus precedentes, Marcelo Bermúdez recuerda al Manolo Tavárez abrazado a las ideas democráticas desde 1947 forjando un coherente pensamiento político que enriqueció y le sirvió de soporte en los proyectos que fraguaba junto a compañeros y en particular luego de su matrimonio con Minerva Mirabal por la comunión entre ambos de los ideales.

Primero en la clandestinidad y luego en la cárcel, Manolo pone de manifiesto su carisma sin doblegarse ante las más crueles torturas, en determinado día bajo la intención expresa de distanciarlo de los demás apresados, según recuerda Marcelo.

Manolo Tavárez crecía con un liderazgo inédito, destapado al recorrer el país con ininterrumpidos encuentros en plazas y los nidos de una agrupación política 14 de Junio (1J4) enclavada en “el alma nacional”.

El Manolo político que subió las montañas.

Sumado al momento histórico de América Latina, la situación en República Dominicana y el valor de la dignidad, el crecimiento político de Manolo debe medirse por el contenido de los conceptos que emitía en concentraciones, alocuciones radiales y en las visitas a los organismos del 14 de Junio. Los párrafos siguientes muestran su discurso.

Si bien es cierto que hay naciones pobres y épocas de pobreza que nadie puede prevenir ni evitar, no es menos cierto también que la miseria de una sola clase o de varias clases, nacen del desequilibrio interno de la economía de las naciones, porque es una desproporción entre las funciones ejercitadas y las recompensas recibidas.

El hambre de algunos es injusta cuando otros ostentan opulencia, y lo es más si, como es frecuente, ella recae en los que trabajan para mantener en la ociosidad a los que no la sufren.

Este estado de cosas, querido pueblo que me escuchas, sólo podrá extinguirse removiendo las causas que lo han producido, y poniendo en su lugar la justicia como fundamento de la ética social, la verdad como base de la cultura colectiva y el trabajo honesto como primera condición de mérito.

No causa sorpresa que la principal amenaza a la estabilidad de un gobierno democrático y ordenado, hoy en día, sea el desdén extremado a la autoridad constitucional.

En pocas palabras, para el común de los dominicanos, el gobierno constitucional es una frase vacía, huérfana de sentido práctico.

Nuestra Constitución ha sido cambiada innumerables veces, para satisfacer las aspiraciones egoístas del individuo o del partido en el Poder, jamás ha sido enmendada en interés del pueblo en general.

En vez de ser respetada como la carta sagrada de las libertades del pueblo, la Constitución dominicana ha sido considerada como fuente legítima de ventajas para el partido o para el hombre en el poder; de ahí que haya sido modificada a intérvalos tan frecuentes y sin la debida reflexión y consideración, sino solamente para satisfacer los deseos de la conveniencia de aquellos que la propusieron o impusieron.

Mientras no llegue el día en que quede abolido el sistema actual que permite que la Constitución dominicana sea enmendada o reemplazada nuevamente a instancias del Congreso, o el Poder Ejecutivo, no podrá existir ninguna garantía positiva de estabilidad. La misma facilidad con que se puede enmendar la Constitución estimula el mal señalado. La única esperanza de remediar este mal fundamental estriba en la posibilidad de que con el aumento de la prosperidad y de la difusión de la educación cívica, el mismo pueblo dominicano llegue a negarse a permitir que los directores de las Agrupaciones Políticas antepongan sus ventajas inmediatas a los intereses de la Nación

Pese a su apoyo a demandas sociales, el 14 de Junio se pronunció tajante al rechazar con insistencia las conspiraciones contra la institucionalidad y el gobierno de Bosch desplegadas a nivel nacional por grupos intolerantes aglutinados en la conjura que culminó con el cuartelazo que hizo trizas la Constitución democrática.

Como todos recordamos, “Manolo había dicho que si se conculcaban las libertades obtenidas, el 14 de Junio sabía donde estaban las escarpadas montañas de Quisqueya”, evoca Marcelo.

Ese es el Manolo que había crecido políticamente y en la profundidad de su discurso ante los acuciantes problemas sociales y la necesaria verticalidad frente al enemigo exterior y sus aliados nativos.

El desenlace militar del alzamiento del 28 de noviembre registró 29 catorcistas muertos en cinco de los seis frentes armados abiertos:

En las orientales lomas del Cuey cayeron abatidos Luis Ibarra Ríos, Pipe Faxas Canto, Juan María Candelario (Ñaño), Julio Adolfo Pérez Sánchez, Roberto Hernández y José Padua Falet.

En el frente Gregorio Luperón que operó en las monañas de El Limón (Altamira) cayeron Juan Escaño Peña (Guancho Escaño), Enrique Almánzar y José Rafael Minaya Fernández, (Ponono).

En el frente Juan de Dios Ventura Simó, en las lomas de Bonao, cayeron Hipólito Rodríguez Sánchez y Gustavo Adolfo González (La Yerba).

En el frente Francisco del Rosario Sánchez, de las montañas del sur lejano cayó el destacado joven Pedero Emerson Mota Galazar (Chacún).

En La Diferencia, mejor conocido como Las Manaclas, los caídos fueron:

Manuel de los Santos Reyes Díaz (Reyito), Fernando Arturo Ramírez Torres (Papito), Manuel de Jesús Fondeur (Piculín) Alfredo Peralta Michel, Francisco Bueno Zapara, Leonte Schott Michel, Antonio Barreiro Rijo (Tony), José Daniel Fernández Núñez (Danielito), Rubén Alfonso Marte Aguayo (Fonsito), Domingo Sánchez Bisonó (El Guajiro), Antonio Filión (El Manchao) Rubén Díaz Moreno, Caonabo Abel Juan Ramón Martínez (Monchi) Jaime Ricardo Socías, Federico José Cabrera González y Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo).

Ese es el Manolo que hizo historia el 28 de noviembre de 1963 cuando se alzó en armas por el rescate de la Constitución arrebatada dos meses antes.

Eso basta para entender la dimensión de la efeméride y su justo registro en el calendario patriótico dominicano.

A Manolo hay que dimensionarlo como un nodo histórico, social y político, en el universo del Movimiento 14 de junio y de los 29 mártires caídos en lucha contra la ignominia golpista.

La historia no puede tratarse con cirugías discriminatorias y excluyentes.

Al evaluar los alzamientos armados en la historia reciente del país, observe que además de ser una organización ramificada con líderes dirigenciales en todas las provincias, el 14 de Junio tuvo una motivación nacional (el golpe de Estado).

Sume el liderato de Manolo y su proyección nacional con programas radiales y otros medios propagandísticos.

Es por eso que en su rol poético Cuqui Batista expresa:

Todos así son uno

así uno son todos

a honrar y recordar

14 de junio, verdinegro

La bandera caída en 1963 fue recogida por Rafael Fernández Domínguez y Francis Caamaño en abril de 1965.

Esa es la historia interrumpida. La historia que no se corta y que exige verla en procesos y continuación.

Escrito por: RAÚL PÉREZ P.

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